#Edición1

Reseña: El Dios de los Brujos de Margaret Murray

5 Minutos de lectura

“Poco conocemos del hombre paleolítico, aparte de sus instrumentos líticos, de sus cavernas con pinturas y esculturas, de sus huesos grabados, y de algunos esqueletos […] Es seguro que había cierto tipo de ceremonia religiosa o mágica en que la parte primordial era desempeñada por un hombre con cuernos, presumiblemente un dios.”

El siguiente artículo es una reseña sobre un libro por el cual sentí una particular atracción. Primero que nada cabe aclarar que soy una especie de “amante” de la historia en general. El pasado -más allá de los intereses o los sesgos del historiador- es un aspecto que me llama y me anima a escribir por el simple hecho de que se trata de conocimiento.

Para comenzar, comento algo sobre la autora del libro, Margaret Murray.  La misma fue una importante antropóloga y egiptóloga anglo-india  que se destacó en varios trabajos sobre el folklore y el paganismo en Europa. El libro sobre el cual comentamos en este artículo se publicó a principios del siglo XX.

Un “Dios” en las cavernas

A pesar de que la historia antigua es difícil de abordar -debido a la complejidad que suscita una investigación- en “El Dios de los Brujos” podremos apreciar los métodos de Murray para sitúar históricamente la figura del “maligno”

Para ella, una de las primeras expresiones pictóricas del diablo se sitúa en la era paleolítica superior, se trata de una pintura rupestre dentro de una cueva conocida como Trois Frères ubicada en Ariege, Francia. Murray describe a este misterioso ser como:

“La figura de un hombre envuelto en la piel de un ciervo, y que lleva en la cabeza las astas del ciervo. La piel del animal cubre todo el cuerpo del hombre…”

En el libro, Murray, afirma que el período paleolítico no influyó con su arte sobre los períodos posteriores. Es decir, que la figura del Dios de la Caverna sólo estuvo vigente durante el período paleolítico y desapareció de la memoria de todos ni bien comenzó el período neolítico.

“El hombre del neolítico ha dejado pocos restos artísticos […]Pero cuando se llega a la edad de Bronce volveremos a encontrar al ser humano cornudo…”

Altar a Cernnunos encontrado debajo de la Catedral de Notre Dame

“Brujería”, ¿porqué?

Entre los pasajes más interesantes de “El Dios de los Brujos” se encuentra la conexión que hace Murray entre el diablo y sus adoradores. Primero cabe explicar que en la región donde se encontró la figura del dios astado, con el tiempo, pasó un período de conquistas que tenía al Imperio Romano como su ejecutor.

De acuerdo a Murray, los romanos, se encargaron de registrar a todos los “dioses” adorados en las tribus de las Galias (lo que hoy sería Francia) y es allí donde aparece la figura de un ser astado, el dios de aquellas poblaciones. Los conquistadores llamaron al dios supremo de las Galias “Cernunnos”, que traducido sería “El Cornudo”. Estos detalles llevarán a Murray a interpretar que la desaparición del dios astado del paleolítico no significó su exterminio durante el neolítico. Para Murray, quedaron reminiscentes, personas o tribus que adoptaron a Cernunnos y lo convirtieron en su Dios. Pero eso no explica porqué desapareció durante muchos años en aquella región de Europa.

El caso de Cernunnos es particular, las imágenes, o iconografías más relevantes de aquel Dios, se encontraron en un altar -debajo- de la Catedral de Notre-Dame a principios del 1700. Una figura pagana desenterrada  de un edificio católico. Y dice Murray al respecto:

“El altar parece haber sido dedicado en un templo tan sacro que el sitio fue reutilizado como templo principal de la nueva fe”.

Siguiendo el caso de la “brujería”, Murray establece que hubo correspondencias entre los pueblos Galos y los de Britania. La cercanía de ambos pueblos les permitía funcionar –a nivel religioso- como una sola estructura. Y todo lo que se adoraba en las Galias, por ende, se adoraba en Britania.

Mientras se instalaba el cristianismo en Britania (alrededor del 430 d.c) en los sitios mencionados con anterioridad, el paganismo, ya era un hecho. Pero la influencia del cristianismo se encontró en plenitud durante los siguientes años y logró impactar sobre las clases dominantes. Desde entonces, alrededor del año 900 d.c se libró una batalla que no sólo se basó en las creencias religiosas sino también en una cuestión de clases sociales, el cristianismo de las elites dominantes contra el paganismo de las clases más pobres y analfabetas:

“…el cristianismo en Inglaterra no fue más que una delgadísima capa sobre un subyacente paganismo”

Durante la guerra entre aquellos bandos hubo una importante presencia de agentes externos, el cristianismo, por un lado, apoyado por el aparato que todos conocemos, el del poder de las elites. Mientras que los paganos recibieron ayuda de los pueblos normandos. Y si se pregunta ¿a quienes combatía el cristianismo? Efectivamente, la respuesta es: a los Brujos. El diablo, o Herne (la variación de Cernunnos en Britania) representó para las tribus europeas una divinidad que evocaba la fecundidad, y los saberes ocultos.

“…la magia actúa por sí sola, engendra su propia fuerza y no depende de nada exterior, mientras que la religión reconoce un poder que está más allá de sí misma y actúa motivada enteramente por el poder.”

Durante los siguientes años, aquella zona, fue una constante ida y venida entre conversos –es decir quienes se convertían al cristianismo y otros que se pasaban al paganismo- y Murray  hace hincapié sobre quienes se convertían a la religión pagana:

“Todos los inquisidores y otros cronistas dicen que las ‘brujas’ tenían gran cuidado en hacer que sus hijos fueran recibidos por el dios y educados en las normas y prácticas de la religión pagana. Semejante actitud mental no habría causado más que elogios si los padres hubiesen sido de la misma religión que los cronistas y jueces, pero como los padres pertenecían a otra fe, su acción al respecto era considerada esencialmente perversa.”

Notas finales

Para finalizar, el estudio realizado por Margaret podría resumirse de la siguiente manera: su estudio se basó en una serie de documentos medievales, a través de los cuales identificó una religión muy antigua. Religión practicada, en principio, por un grupo de personas que fueron demonizados por el cristianismo. La historia en el Medioevo en parte se desarrolló en torno a las luchas entre los paganos y los cristianos.

En “El Dios de los Brujos” la autora no deja de lado ningún detalle. El libro es un llamado a quienes estén interesados en la historia y también en la religión misma. Esta clase de libros nos da la oportunidad de conocer la historia más allá del relato. En el texto nos encontraremos con una infinidad de testimonios de la época en donde se habla de las prácticas de las brujas, aquelarres, conjuros y oraciones. El libro no intenta comprobar la existencia del diablo, éste, como un humanoide con cabeza de macho cabrío. Al contrario (y Murray lo repite varias veces en el libro),  la figura de aquel ser no es más que una persona común y corriente disfrazada de animal.

Agradecimiento especial a Diego Zarco quien ilustró esta reseña. Su dibujo es una interpretación de la figura celta de Baal, Cernnunos o «El Diablo»

Ilustrador:
Diego Gomez Zarco

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