Por Soria y Obes
Ayer Macri elogió la conducta fiscal de la provincia, el Ministro de Economía de la provincia justificó los dichos, y ciertas voces de Cambiemos local pusieron reparos a la evaluación del Presidente.
En el juego de dichos y entredichos, las voces que no dialogan entre sí, se sumergen en disgresiones y sin quererlo abren un cuadro de conjeturas que trataré de explicitar.
Macri lo hizo
Otra vez Macri lo hizo, lo dijo. Decir en el contexto contemporáneo tiene un peso performativo único. Con sus palabras Macri repone al gobierno de la provincia en el cuadro de honor. Lo catapulta, lo avala. Santiago y Corrientes, las provincias históricamente expulsoras de mano de obra, aparecen hoy dando el ejemplo: gastan por debajo de lo que recaudan. Son austeras, de las más austeras, en un contexto de metas de inflación recalculadas, (¿factibles?), y paritarias a la baja.
Súper Ministro
Del elogio de la buena administración se hace cargo el Ministro de Economía. Chara chapea ampliando el asidero de las palabras de Macri, y lo acentúa marcando las diferencias políticas. Añade que «debe ser motivo de orgullo para los santiagueños», por lo que nos toca. No está obligado a denunciar que el punto de equilibrio que pretende el Presidente: crecer con inflación de un dígito, achicando el gasto y los impuestos, sea el modelo de esta provincia. Chara sabe que el agente dinámico de nuestra economía es el Estado, y es sustentable a condición a aplanar salarios y cumplir con las moderadas obligaciones financieras.
Deudos
Los viejos ruegos cambiemitas terminan en la desilusión. La desilusión o lecturas desagraviantes de los verdaderos planes de Cambiemos. Cuando el silencio es un aliado tímido para la fuerza provincial, el Presidente marca el rumbo y señala a Santiago del Estero.
En el poder harán otra cosa, piensan los que no se sienten traicionados con la declaración, y recibirán estímulos más importantes del gobierno. El cambio cultural no logra perforar un territorio tradicionalmente peronista, filopopulista hoy.Si redujeran los resultados electorales a una batalla cultural periódica, las señales de Nación retrasan una marcha lenta y quebradiza.