Por Soria y Obes
Es difícil de hacerse a la idea de que un militante Pro pueda inmolarse detrás de una bandera a sabiendas que no representa el pensamiento oficial. Hace bien la UCR en sustraer su bandera de la funda más grande de Cambiemos; si quedara sola esta funda no marcharía, ¿no es este el acuerdo explícito de la coalisión: gobierna el Pro y acompaña la UCR?
La UCR además tiene una historia, o un capítulo relevante dentro del movimiento por los DDHH. Sin Alfonsin es imposible hablar de los DDHH en democracia, aunque se discuta con el diario del lunes las limitaciones y claudicaciones del proceso que encabezó el ex presidente.
Luego está la oportunidad de establecer una diferencia con su socio mayor y retomar una lucha que hace a su identidad -una materia disruptiva y necesaria a la vez, por la condición parasitaria en la que sobrevive dentro de Cambiemos.
El 24M no parece un lugar amigable al Pro por una cuestión de principios. Las políticas de represión ejecutadas deliberadamente son parte de un programa avalado por su militancia y difícilmente articulados a la lucha por Memoria, Verdad y Justicia.
No participar de la marcha con los trapos amarillos que lo caracterizan es de una coherencia mínima. Haberlo hecho sobre las condiciones descriptas, en nuestro pago chico, hubiese sido repetir la escena de provocación del hombre solitario en la vereda de la Catedral. ¿Recuerdan?