Por Sebastian Barrionuevo Sapunar.
Dios hizo el mundo en seis días
y al domingo lo creo para rascarse.
Daniel Salzano
El tiempo en Santiago tiene su ritmo, su cadencia de mate y tortilla. Las curiosas veredas que conversan animadamente sobre sillones de mimbre se refuerzan con algún almohadón si la jornada pinta larga. Hay una forma de pasar al tiempo en la ciudad que por momentos se vuelve pueblo, momentos donde todo se vuelve compartido.
De un estar estando, así, por las calles santiagueñas, surgió lo del Corte de Miércoles, me lo comento Toño Abraham una tarde que estabamos renegando sobre el orden disciplinar de la semana, nos molestaba la disposición de los días, esa supuesta progresividad, donde cada día tiene asignada su naturaleza de acuerdo al orden de aparición en la rutina, el recorrido progresivo para lograr la supuesta “recompensa”. Ese concepto de premio y sacrificio que tiene también su connotación Bíblica: el creador descanso al séptimo día, después de haber creado este hermoso mundo.
En el afán por poner en cuestión la lógica impuesta, Don Abraham me explico que la etimología de las palabras era también un territorio en disputa, es decir, de todas las acepciones que pueden corresponderle a una palabra, uno también elige a cual darle preminencia y que si nos deteníamos a mirar con detenimiento, podíamos advertir que el día miércoles, venia de mercurio, de ese planeta más próximo al sol. De aquella mágica concatenación de significantes, el amigo Abraham concluía que el miércoles es el día de la luz y que por encontrarse justo a mitad de camino es el faro central de la semana. El día preciso para hacer un corte por la mitad la semana, para dislocar los días e iluminarnos poniendo en crisis la tradición asignada por el sentido común imperante.
Fíjense que el tema sobre el que hablo tiene actualidad y futuro, lo advertí hace unos días cuando a mi hija le regalaron su primer libro de cuentos y canciones, una de las tantas canciones que suenan cuando el libro se abre es una que dice así, transcribo textual: “Doña semana tiene 7 hijos, cinco aplicados y dos divertidos” y los enuncia: “lunes, martes, miércoles, jueves, viernes para rematar, sábado y domingo alegres” , la canción es lapidaria en el manifiesto disciplinar que inculca. Desde niños ya nos pre formatean para experimentar ciertas sensaciones y disfrutes unos días y otros para experimentar la responsabilidad, la PROducción. La austeridad forzada ante el supuesto despilfarro que implica gozar de algunos derechos unos días, algo de lo que está en boga hoy.
El corte de miércoles es una ocurrencia santiagueña por que la escuche en esta ciudad, me la enseño un comprovinciano, ya con eso es suficiente para mi, aquí siempre andamos buscando formas más autóctonas de sobreponernos a la tecnocracia del tiempo. La invitación de cortar la semana por la mitad es una propuesta para re encontrarse con otros, para compartir el rato, pero siempre con la voluntad de subvertir ese reloj PROductivo que nos tiran cotidianamente por la cabeza.
Compuse una chacarera a propósito de esto y desarrollamos un trabajo audio visual que está disponible en youtube en el canal gruposapunar , todo lo que en ese video sucede es una apología de la amistad, la música, el potrero y el encuentro.
Aquel refrán que sostienen “el tiempo es oro”, solo funcionan para los que tienen alguna offshore, en esas circunstancias claramente el tiempo reproduce oro, sin mover un dedo, sin laburar ni un poquito.
En Santiago del Estero nosotros somos el tiempo cuando hablamos, cuando sonreímos con nuestro acento particular, con ese cantito de las palabras que nos caracteriza. Leo Dan cristaliza este hallazgo de la cultura cuando manifiesta: somos lentos para hablar porque total la vida va sola y además eso en mi pago, nunca pasara de moda.