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Deforestado por fútbol

7 Minutos de lectura

Por Araceli Montenegro

En Santiago del Estero hay pobres, muchos; las estadísticas nacionales cuentan 172.220 (1), más del 34%, sólo en las dos ciudades más grandes: Capital y La Banda. Santiago del Estero es una provincia calurosa, los termómetros miden hasta 50° en verano, lo que todos los años es noticia nacional. Y, quizá por eso, si alguien no santiagueño tuviese que describir Santiago, probablemente diría cinco palabras: pobres, claro; chacareras, como fundamentalismo norteño; calor intransitable, como justificativo para dormir la siesta; Zamora (en los últimos 20 años), primero como intendente, después como gobernador durante dos mandatos, más adelante senador nacional y hoy de nuevo gobernador; y, en los últimos días, resonaría la última novedad en la provincia: el Estadio Único. 

En el año 2010, el arquitecto Enrique Lombardi ideó un estadio, se presentó a un concurso y ganó. Pensó en un estadio que, ubicado en cualquier parte de Argentina, pudiera ser digno de ser pisado por Messi. Ganó en Santiago del Estero y si por algún milagro de esos que gesta el fútbol, hubiese sido estrenado ese mismo año el 4% de los santiagueños y santiagueñas no hubiesen sabido leer que el estadio estaría a orillas del río, al lado del Puente Carretero. Tampoco hubiese sabido qué palabra significaba estadio, o cuál fútbol. Y es que el 4% de los santiagueños que vivían en Capital y La Banda en 2010, no sabían leer ni escribir (2).  

Un año después, el 11 de agosto de 2011, el Jardín Botánico de la Facultad de Ciencias Forestales (FCF) fue declarado Reserva Natural Urbana por la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) y los planos de Lombardi se desdibujaron un poco (3). El llamado estadio del futuro era, entonces, una reserva natural: 20 hectáreas de colecciones vegetales nativas y exóticas habían crecido, desde que fueron plantadas en 1981, en el lugar donde Lombardi imaginó el estacionamiento. Desde ese 11 de agosto pasaron cuatro meses de plantas que siguieron creciendo y planos que extendieron su trazado. Hasta el jueves 22 de diciembre, cuando quedó claro que alguno de los dos procesos en curso debía detenerse: 

-Hay un loro con la pata atrapada en las vías del tren. Y el tren se acerca. Y el loro sabe que no lo va a poder detener y entonces tiene dos opciones: o sigue luchando hasta el final para liberarse y el tren llega y lo pisa; o se corre y deja que solamente le corte una pata– dicen que dijo el gobernador Gerardo Zamora en esa primera reunión informal entre autoridades provinciales y universitarias. 

Por supuesto, nadie más tuvo nada más que decir. 

Hasta enero de 2012. Un mes después de esta reunión, los diarios locales anunciaron la construcción del estadio, de un nuevo segmento de la costanera norte y la estación Jardín Botánico del Tren Al Desarrollo. El tren, como en el cuento, se acercaba inevitablemente al loro atrapado que había decidido pelear: semanas después del anuncio, la FCF elevó un pedido a la universidad para que ésta mantuviera la totalidad de los terrenos solicitados, adjuntando una contrapropuesta para cada una de las obras futuras. El estadio fue la única considerada inviable (4). La reserva vs el estadio mundialista. El loro intentaba detener el tren, pero no lo intentaba solo: los restantes consejos directivos (tres), y los cuatro centros de estudiantes firmaron resoluciones pidiendo que la universidad mantuviera los terrenos (5). Se sumaron facultades forestales de Misiones, Formosa, Chubut  y la Red Nacional de Jardines Botánicos. Los loros son animales que viven en comunidad. 

Siguieron, desde ese febrero de pronunciamientos múltiples, cinco meses de silencios cruzados. Sin noticias en los diarios, sin resoluciones en las facultades. Esos cinco meses la entrada al edificio principal de la universidad decía: “No es no. La reserva natural no se negocia”. A la derecha de la entrada, en las escaleras del Consejo Superior otro mensaje, “una sociedad no se define sólo por lo que crea, sino por lo que decide no destruir”. Y la universidad tuvo que decidir. El 10 de septiembre de 2012, el Consejo Superior de la UNSE votó por la no cesión de los terrenos al gobierno provincial. Pero eso no detuvo el tren, sólo lo retrasó ocho días.

El 18 de septiembre siguiente, la Cámara de Diputados de Santiago del Estero aprobó por unanimidad la ley de expropiación del Jardín Botánico. Los planos que ideó Lombardi se podían volver maquetas. 

El tren aplastó al loro. 

Dos años después, a principios de 2014, las autoridades de la FCF durante la expropiación de los terrenos ya no estaban en sus cargos; las especies que crecían en la reserva natural, tampoco. Ese año comenzaron las obras de construcción sobre las veinte hectáreas expropiadas, con el compromiso gubernamental de mantener cinco como Jardín Botánico. Para ese entonces Santiago del Estero anotaba en sus haberes el 17% de los visitantes turísticos que elegían la región del NOA para la temporada de invierno. El 24% de las plazas hoteleras y parahoteleras de la región eran de la provincia, que colmó su capacidad esos meses (6). 

El tren sumaba pasajeros, y el último boleto lo compró la AFA: en abril de 2017 el gobernador Gerardo Zamora inauguró el programa “Es hora de alentar” organizado por AFA anunciando, de nuevo, la construcción del Estadio Único. Siete años de diferencia, el mismo anuncio, otro público: niños y adolescentes, alumnos de escuelas rurales, vieron y tocaron el trofeo con el que quizá soñaron sus padres después de verlo en los diarios; el premio dorado del mundial ’86 custodiado por Enríque, Pumpido, Garré, Olarticoechea, Carlos Tapia, Brown y Giusti. Las generaciones que no los vieron jugar, los pudieron tocar. Algunos padres quisieron ser sus hijos.

Cinco meses después, en septiembre de 2017 ya no quedaba casi nada, y estaba construido casi todo. El Tren Al Desarrollo y su estación interactiva, habían sido terminados, inaugurados y ya se usaban para transportar a cien pasajeros en cada uno de sus cuarenta y cuatro viajes diarios a una velocidad de 20 km/hr. Mientras tanto, en esos siete años desde 2010, Santiago del Estero había aumentado su flujo turístico en un 50%: de 1,2% anual en 2010 a 2,4% en 2017, una de las provincias más beneficiadas del norte. Un récord: 45.000 personas llegaban de otras partes del país para admirar las nuevas atracciones turísticas de la provincia que le dejaban a Santiago más de 1 millón de pesos por fin de semana durante la temporada de invierno. 

Lo prometido a la AFA es deuda; antes de cumplir el primer año de la firma de aquel convenio pero después de que el estadio fuera anunciado como una de las sedes de la Copa América 2020, en junio 2018, y a 7 años de la expropiación de los terrenos, comenzó la construcción del Estadio que soñó Lombardi, aprobó el gobierno provincial y celebró la Asociación del Fútbol Argentino. 

Dos años después, Santiago tiene su estadio mundialista. Un estadio que, estando en el norte de Argentina, es digno de ser pisado por Messi con un costo final de 1.500.000.000 millones de pesos (7);  las casi treinta mil butacas traídas de China, esperan por los hinchas que podrían ser traídos de todo el país, o Latinoamérica, o el mundo. Por lo pronto lo usan Central Córdoba y Mitre que se preparan para arrancar a competir. Quizá en diez años más pueda ser piso de mundial, ilusiona la FIFA. 

-Obvio que no voy a negar que si tengo la posibilidad de ir a ver un partido, lo haría. Lo haríamos todos. Amo que haya un estadio aquí, pero no que sólo sirva para tapar un montón de otras necesidades. Al contrario, creo que puede dar vuelta a la situación: que haya mejoras en lo económico a través del turismo y que si se quiere fomentar eso, ayude a analizar la situación de los barrios del frente, que cuenten con servicios, con calles asfaltadas, mejores condiciones de vida. Que esto obligue al gobierno a mirar para ese lado también. – Rocío, militante barrial, hincha fanática de Boca. 

Al tren que no paró su marcha, también quieren subir los hinchas. Subir al tren de Messi aunque él vaya en el sector VIP. Es el piso que pisará el rey del fútbol mundial, y es suficiente. 

– Más allá del “hacen un estadio para que el hijo de vecino esté contento”, o para «parecerse a otras provincias más desarrolladas«. Tiene que ver con el derecho al ocio, al disfrute y el acceso cultural. Desde la periferia de la periferia hemos estado condicionados de esas posibilidades. En otras provincias más grandes no aparecen esas contradicciones, aunque eso no significa que no existan. – Lorena, investigadora CONICET sobre fútbol y feminismo. Hincha de River. 

El estadio del futuro es, ahora, presente. El presente que espera al rey del fútbol mundial y la selección de hombres comunes que lo acompaña. 

A ochocientos cuarenta metros del Estadio Único Madre de Ciudades, lo que dura el Puente Carretero en llegar a La Banda, las canchas son de tierra. Las calles y los pisos de las casas, también. Los arcos son de ladrillo, apilados de a tres o cuatro; los botines -zapatillas- no se diferencian por colores, sino por su presencia o ausencia. Los equipos vienen de La Isla o Río Dulce, barrios separados por la única calle de cemento que tres cuadras más adelante se volverá avenida. Entre partido y partido, el agua que toman con desesperación los jugadores tiene tres gotitas de lavandina. O fue hervida. O quizá ninguna, pero debería: a ochocientos cuarenta metros del estadio en el que Messi jugará el próximo marzo, no hay agua potable.

Referencias:

  1. – Encuesta Permanente de Hogares. Incidencia de la pobreza y de la indigencia. Resultados del primer semestre de 2020 – INDEC, 30 de Sep 2020.
  2. – Informe sintético de caracterización socio-productiva – Dirección nacional de asuntos provinciales, Ministerio de ascienda. 2017
  3. – Resolución del Consejo Superior UNSE N° 146/11 – 11 de Agosto 2011
  4. – Resolución Consejo Directivo FCF N° 006/12 – 17 de Febrero de 2012
  5. – Expediente N°1196/2012 – Mesa general de entrada y archivo, 10 de abril de 2012
  6. – Informe de cadenas de valor: turismo – Secretaría de Política Económica, Ministerio de Hacienda de la Nación, Febrero 2018
  7. – Decreto provincial N° 22/2019 – Santiago del Estero, 07 de enero de 2019 
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