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Entrevista Mercedes Fernández Tío: “Me aterraba mucho la idea de que mi esperanza de vida se hubiera vuelto de 35 años de la noche a la mañana”

8 Minutos de lectura

Por Subida de Línea.

La autora tucumana Mercedes Fernández Tío, también conocida como Yunga, presentará el próximo sábado, en el marco de la XII Feria Provincial del Libro de Santiago del Estero, el libro Travestismos, Multiversos y Lenguajes, apuesta editorial de Edunse. El trabajo de Fernández Tío sutura la experiencia personal de transición de género con su formación científica —es doctora en Física— y sus intereses en la literatura y la filosofía del lenguaje para dar forma a un dispositivo político fuertemente crítico de nuestras instituciones. Subida de Línea dialogó con ella a pocos días de la presentación.

Travestismos, Multiversos y Lenguajes es un libro en el que se subraya lo político, con momentos de mucha intensidad. ¿A quiénes quiere abrazar y a quiénes o a qué se enfrenta? ¿Cuál es su propósito?

Mi principal objetivo, tanto para con el libro como para con mi vida, es ayudar a reducir las desigualdades generadas día a día por el mundo “moderno” en el que vivimos, tanto entre humanes, como entre humanes y no-humanes. Dada mi personalidad —y quizás también por mi formación científica— me cuesta mucho aislar a personas o incluso a movimientos como “la derecha” y culparlos por todos los males del mundo. Mi tendencia es más bien la de tratar de pensar teorías que busquen explicar y entender los orígenes de todos esos males que tanto daño nos hacen, y que hoy están llevando a la destrucción irremediable del planeta (y donde “la derecha” surja no como una explicación, sino como una consecuencia).

Por supuesto, se podría decir que todos los movimientos hacen más o menos eso. Así como algunes buscamos explicar “la derecha”, les religioses intentan explicar a “les pecadores”, les socialistas a “les liberales” y así, cada grupo de personas elije ciertas variables que busca maximizar y otras para minimizar. En ese sentido, lo que yo me propongo no es muy distinto. Soy otra persona más que desde su perspectiva situada intenta entender su contexto, extrapolar esa explicación al mundo, y buscar así posibles soluciones para erradicar lo que considera “el problema”.

A medida que la lectura avanza, se ve cómo se entretejen las discusiones de género, la física y la filosofía del lenguaje con la impronta política que marcábamos recién. Charlando previamente, nos contabas que al momento de escribir el texto estabas en una postura combativa, ¿qué crees que le aporta esa efervescencia al libro?

Lo que me animaría a decir es que lo valioso de mi forma de pensar es que trato siempre de poner todo mi esfuerzo en combinar la mayor cantidad de cosmovisiones, hasta encontrar una propuesta que yo considero que podría maximizar el número de alianzas posibles entre les habitantes de la Tierra. Física teórica, teorías transfeministas, ideales cristianos, políticas económicas, filosofía del lenguaje y antiespecismo son quizás los ingredientes de una mezcla tan válida como cualquier otra, pero que a mí me ayudaron a definir una de las tantas propuestas posibles para reemplazar el extractivismo y la culpa por la empatía y el placer.

Una de las cosas más interesantes es que no apelas a victimizarte ni a erigirte mártir, te corres de ese lugar. Tampoco te limitas a lo autobiográfico, que por momentos se difumina y se deja envolver por el esbozo de otras historias y registros. ¿Es intencional? ¿Cómo te posicionas respecto a estos temas? 

Dicen que en este mundo no estar enojade es un privilegio. Si puedo no victimizarme y tomarme con calma las violencias que he ido sufriendo desde mi transición, es simplemente porque he tenido la suerte de que no sean tantas como para poder aun así concentrarme en lo lindo y emocionante de transicionar.

Siento, de todas maneras, que, así como es tan necesaria la furia destructiva de una Revuelta Social (por ejemplo, la chilena), como la esperanza constructiva detrás de una Propuesta Política (por ejemplo, el peronismo), así también, a veces, quizás sea necesario conocer las frustraciones de quienes necesitan expresarse mediante la victimización, tanto como conocer las historias de quienes enfatizamos el placer que se puede obtener después de una elección liberadora. De hecho, ambas experiencias se retroalimentan. Aunque suene quizás un poco new age, las experiencias desagradables muchas veces nos ayudan a valorar la vida de una manera que quizás la alienación de una vida estable y cómoda no siempre permiten ver.

Encontramos muchos términos con mayúscula inicial por la influencia de Bruno Latour, quien falleció hace pocos días. A modo de advertencia al lector, ¿podrías comentarnos mejor esto y sus connotaciones políticas?

Bruno Latour llegó a mi vida —gracias a mi mamá, gran amiga y aliada de vida— en el momento justo en el que yo empezaba a descreer de la academia científica. O, mejor dicho, de las intenciones, urgencias y prioridades de las instituciones científicas. Por supuesto me siguen encantando las teorías sobre el cosmos y sus posibles “singularidades” (como los Agujeros Negros, a quienes les dediqué más de cinco años); sin embargo, una vez que tomé consciencia de las urgencias “climáticas”, tanto en términos de crisis ambiental como de la gravedad social de la globalización, todas aquellas teorías que no tuvieran como principal objetivo ayudar a detener la catástrofe me empezaron a resultar algo así como crímenes por negligencia. 

Como dije antes, esto no quiere decir que yo responsabilice a ningune científique en particular, pero, sí me consideraba con el coraje como para hacer ese giro, debía —y quería— hacerlo. Latour, entonces, fue uno de mis principales guías a la hora de realizarlo. No sólo porque su propuesta epistemológica y metafísica me encantó y se ajustaba perfectamente a las necesidades que me surgieron al final de mi doctorado en física, sino sobre todo porque Latour propuso siempre, pero especialmente en sus últimos años, poner el foco en el problema climático.

Sería interesante conocer el proceso de trabajo, primero la trastienda de la escritura y luego el camino que llevó a la publicación. ¿Qué hay detrás de esta propuesta?

El libro como tal surge primero como una serie de crónicas sobre mi transición que llamé ¿Por Qué Travestirme? y que después, cuando empecé a cursar Filosofía del Lenguaje, se entrelazaron con mis preocupaciones epistemológicas y hasta con la frustración de no lograr encontrar interlocutores en física que compartan mis intereses políticos. Como menciono ahí en el libro, haciendo alusión a la figura de Harry Potter llamada los horrocruxes, el libro busca sacar de mi cuerpo todas esas ideas que me obsesionan y me obsesionaron, con la intención de que consigan cobrar una vida independiente. Esto tenía un sentido más fuerte en el año que lo escribí, justo después de mi transición, porque en aquel entonces tenía bastante miedo a morirme y que todas aquellas “revelaciones” que yo creí haber tenido, se desvanecieran con mi cuerpo.

Me aterraba mucho la idea de que mi esperanza de vida se hubiera vuelto de 35 años de la noche a la mañana, “tan solo” por empezar a usar vestidos. Hoy, que he aprendido a arriesgarme menos, y que me he rodeado de mucha gente que me hace sentir segura, el miedo a morir ya no forma parte de mi día a día. Aun así, la bajísima esperanza de vida de las personas trans sigue siendo una de mis preocupaciones principales. En particular, me preocupa mucho que una de las principales causas de esta estadística sea la falta de acceso a la salud mental, que a su vez conduce a enormes dificultades a la hora de conseguir trabajo.

Finalmente, envié el material a Edunse. A mí me atrajo mucho la idea de que fuera una editorial universitaria porque era justamente a esa comunidad a la que yo más buscaba interpelar y a quienes busco acudir, porque no puedo dejar de mencionar que desde que me sacaron la beca Conicet, dos años atrás, en plena pandemia, no he logrado conseguir ningún trabajo.

Un editor decía recientemente que es inevitable que, con el tiempo, aparezcan editorxs para escritorxs que trabajan con el lenguaje inclusivo en cualquiera de sus variantes. Una de tus principales apuestas viene por ese lado, ¿cómo fue trabajar con una editorial universitaria esta cuestión?

Pienso que la mayoría de las discusiones y confusiones en torno al lenguaje inclusivo tienen que ver con pensar que el lenguaje es único y uniforme a lo largo del territorio, y que por lo tanto las modificaciones buscan reemplazar al otro lenguaje. Yo creo que es mejor pensarlo de la misma forma que pensamos a otras lenguas del territorio como el quechua, el tucumano o el mapudungun. Es decir, entenderlo con una mentalidad plurinacionalista, que acepta la posibilidad de una convivencia de distintas lenguas y lenguajes en un mismo territorio.

Esto implica que no se debe forzar a las personas a aprender, pero sin dudas tampoco se debe prohibir a quienes deseen hablarlo. De la misma manera, tampoco podemos criminalizar a quienes encuentren dificultades al aprenderlo, ni concluir que esa dificultad significa necesariamente que hay por detrás una intención transodiante, especialmente teniendo en cuenta que esa criminalización termina generando un odio reaccionario que suele devenir en transodio.

Respecto a las editoriales en particular, me parece obviamente muy valioso que haya cada vez más editoriales que se animen a emprender la aventura de aprender esta nueva lengua. O, mejor dicho, a ayudar a construirla.

Por último, como atravesamos una época de ofensiva de las nuevas derechas, quisiera preguntarte: ¿piensas al libro como un caballito de batalla? ¿te ilusiona la idea de poner en jaque, en tus lectores, las tendencias conservadoras y autoritarias que están ganando terreno?

Sinceramente, me preocupa tanto el surgimiento de nuevos movimientos de derecha como el de nuevas izquierdas. Por supuesto que las derechas resultan siempre mucho más terribles a corto plazo para las sociedades (como es siempre evidente en nuestro territorio), sin embargo, pienso que las izquierdas (al menos en su diseño actual) no vienen acompañadas de propuestas que sean realmente transformadoras en términos de extractivismo. En ese sentido, diría que todos los partidos que conozco me parecen demasiado conservadores.

Mi interpelación no busca apuntar hacia ningún sector en particular, sino, si se me permite la cursilería, hacia adentro de une misme. Busco conectar con todas aquellas personas que se sienten con el coraje como para buscar una transformación política que sea más comparable a las Declaraciones de Independencia del siglo XIX, que a las que proponen los partidos políticos. Tenemos, les humanes, un enorme potencial científico que tranquilamente puede permitirnos diseñar sistemas de organización políticos que sean muchísimo más democráticos y eficientes. No hace falta nada más ni nada menos que animarse a cuestionar las bases y a intentar crear nuevas dinámicas de organización social y construcción de conocimiento.

Y bueno, como ya mencioné, la verdad es que espero que este libro pueda ayudarme a conseguir un trabajo. Llevo ya dos años viviendo con lo justo, rodeada de amiguis en situaciones económicas y mentales muy, muy precarias. Si hoy todavía tengo tiempo y energía para seguir intentando interpelar a la comunidad científica, es gracias a la ayuda de mi mamá, que me banca pase lo que pase, pero a quien por supuesto le preocupa que no tenga ni obra social.

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