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Avisame cuando llegues: a 40 años del femicidio de Amelia Morales

9 Minutos de lectura

Tantas veces me mataron
Tantas veces me morí
Sin embargo estoy aquí
Resucitando

Gracias doy a la desgracia
Y a la mano con puñal
Porque me mató tan mal
Y seguí cantando…

María Elena Walsh

Crónica y fotografías por Luciana Cano

“Ya vuelvo papá, rueguen que rinda bien”, dijo Amelia Morales. El 8 de junio de 1983 salió antes de lo previsto de su casa porque tenía examen. Tenía 21 años, era estudiante de filosofía en el profesorado I.S.P.P. N° 1 de Santiago del Estero, que funcionaba por aquellos años en la Escuela Centenario, en calle Rivadavia. Maiky, como todos la conocían, cursaba el segundo año. 

Esa noche le dejaron la comida servida para ella y su hermana en una mesita plegable color naranja. A la madrugada, su madre se despertó y vio uno de los platos intactos, abrió la puerta de la habitación y se dio cuenta que Maiky no había regresado. Despertó a su esposo y fueron a la comisaría.

Amelia «Maiky» Morales (Gentileza familia Morales)

Para 1983, en el tramo final de la dictadura, no se tomaba la denuncia si no pasaban 24 horas. “No vaya a ser que tenga un noviecito y ustedes no saben”, les dijeron en la comisaría. Comenzaron a buscar por otro lado, casa por casa, consultando a cada una de sus compañeras y amigas, hasta que una de ellas les dijo que al salir del profesorado vieron a Maiky tomar el colectivo en avenida Belgrano en la vereda del Colegio Hermanas Franciscanas.

La policía no intervino durante tres días y lo único que aportó fue la pista de un auto color verde, un Ford con patente de Buenos Aires. La familia buscó hasta encontrar el auto. Cuando lo hicieron, fueron hasta la oficina a informar el hallazgo. Se les rieron en la cara.

Raúl Morales 

Peronista desde la cuna, siendo un adolescente empezó a trabajar y formó una familia junto a Chela. Trabajaba en la municipalidad pero además hacía todo tipo de trabajos y con mucho esfuerzo fue construyendo su casa. Su mirada es tan clara como sus ojos. Era un hombre muy cariñoso con los suyos y el que se encargó de registrar con fotografías la historia familiar. Buscó incansablemente a su hija, invadido por la tristeza pero aferrado a dios, después de atravesar una larga enfermedad, falleció a los 52 años. 

La familia Morales recorrió todos los sitios posibles en un auto prestado. Abundaban las pistas falsas. A pesar del destrato, su padre siguió insistiendo a la policía, lo último que le dijeron es que vaya a Tucumán a buscarla. A punto de emprender viaje desde la casa de su cuñado, transcurridos tres días de la desaparición, el 11 de junio en horas del mediodía de un sábado frío, entró una persona a la casa y le avisó que Maiky había sido encontrada sin vida. 

Un médico que jugaba al golf hizo un golpe de pelota, el cady fue a buscarla y dio con los restos de Maiky, los útiles estaban a la par de ella. 

Chela

Siendo una niña se terminó de criar en la ciudad, lejos de sus padres. A los 15 años conoció a Raúl, su compañero y padre de sus seis hijes. A los 16 tuvo su primera hija, Maiky. Tímida y de perfil bajo. Se refugió en sus hijes y en dios.

Chela (Luciana Cano)

En su comedor, rodeada de sus hijes, Chela por primera vez cuenta: 

Todos los días había estado pendiente de la televisión porque hablaban de ella, cuando en un momento me dicen: “como hay gente en la vereda”, salgo yo a ver, para una camioneta, era una vecina de Gladis, se baja llorando, y me dice “ha sido encontrada tu hija, pero ha sido encontrada muerta”. Un dolor tremendo para mí. Tremendo ha sido saber que estaba muerta, que no había nada para hacer. La he vuelto a ver cuando me la trajeron en el cajón, un infierno después la vida nuestra. Tenía tanto miedo, estaba a punto de enloquecer, no sabía porque, por que la han matado, la han secuestrado. Temía por mis otros hijos, sobre todo Lito que siempre estaba metido en la política, vivía renegando con él, le decía no te metas mira estos momentos tan feos, hasta le quemaba libros yo, pobre mijo. Y bueno y así, un infierno ¿sabes por qué? porque entraba la policía sin orden, sin nada, te requisaban entero, te abrían placares, revisaban todo, la ropa de ella y se iban. ¡Después, sufrir los comentarios de la gente! Ibas a la verdulería, en el colectivo, todos en contra de ella, el periodismo había publicado que Maru (su hermana) era hija de ella. Yo siempre digo, no comenten nada de lo que hablan de los asesinatos, porque se dicen tantas barbaridades de las víctimas que al último parecen ser los victimarios.

Daysi 

Es la segunda de seis hermanos, un año menor que Maiky y estudió enfermería. Las dos compartían el mismo grupo de amigas con las que tomaban mate y jugaban al Chinchón.

La tarde de aquel miércoles, el que fuera su último día juntas, habían estado preparándose para salir. Maiky, muy coqueta, no salía sino era bien vestida y perfumada, siempre con las uñas arregladas, con anillos y pulseras. En eso eran distintas. “Una diva cuando salía”, recuerda Daysi y sonríe. 

Daysi (Luciana Cano)

Antes de despedirse, le dijo que cuando volviera a la casa la esperara porque tenía algo que contarle. Esa noche Daysi salió de la facultad, tenía una conferencia sobre enfermería a la que fue con una compañera que se ofreció para llevarla a su casa a la salida. Al pasar por la Centenario, sintió un impulso de bajarse y esperar a su hermana, pero al no recordar el horario de salida de ella, decidió emprender su regreso a casa y esperarla allí.

Al llegar todos dormían. Vio la mesita con comida para las dos, la esperó un buen rato, pero Maiky no llegaba. Estaba tan cansada que pensó que hablarían por la mañana con un mate de por medio. No se imaginaba lo que vendría después. 

Tipo seis de la mañana su madre la despierta para avisarle que Maiky no ha regresado. En esa época no tenían teléfono, así que fue a lo de una amiga, pidió prestado y llamó a una compañera del profesorado. Ella le confirmó que Maiky subió al colectivo entre las 10 y 11 de la noche. A veces lo esperaba en la parada paralela al profesorado, pero ese día había decidido caminar hasta la avenida Belgrano con sus compañeras para tomar uno de la línea 19 frente a la parada en la que ellas esperaban el suyo.

El horario de salida había sido uno de los tantos temas por el que discutían con la profesora.Entre sus inquietudes, Maiky quería formar un centro de estudiantes junto a sus compañeres, por ello recurre a su hermano Lito a quien escuchaba atentamente hablar de política. 

Daysi, Chela y Amelia, de izquierda a derecha (Luciana Cano)

Maiky estudió abogacía en la Universidad Católica hasta que Alfredo Martínez de Hoz llegó al Ministerio de Economía, lo que significó una hecatombe en la economía de muchas familias, la de Maiky no estaba exenta. Al no poder pagar la universidad decidió entrar al Instituto Santo Tomas para ver si podía estudiar para ser docente. Buena alumna era, pero no le gustaba ser maestra. Un día decidió entrar a estudiar filosofía, pensando en que el horario de la noche le permitiría buscar un trabajo y ayudar a su familia. Sabía del sacrificio de sus padres, y soñaba con ver la casa terminada y tener una buena vida.

Unos meses antes de la desaparición, Maiky fue a un congreso de filosofía en Tucumán con una compañera. Al regresar a Santiago en auto, pararon en Termas para comer algo. En eso que estaban en la vereda, la policía pasa y les pide el documento, les revisan el auto y al no encontrar nada, les dejan seguir. 

Lito

El más político de sus hermanes, y el tercero de seis, quedó devastado con la muerte de su hermana, al punto de tener que irse de la provincia como también lo haría Daysi. Prometió a su hermana encontrar justicia, e intentó por distintos medios armar el rompecabezas. Así lo hizo hasta el 2022 cuando falleció a los 56 años, a la misma edad que su padre. 

Un día antes de la reunión familiar para hablar por primera vez de lo ocurrido y a un año del fallecimiento de Lito, Cecilia amiga de Daysi busca entre sus cosas una canción escrita para Mayky. Al abrir la carta cae un papelito bien doblado. Cuando lo levanta, descubre que es una carta escrita por Lito después de la muerte de su hermana.

 Llegó a Cecilia y a su familia 40 años después. La carta dice:

“Cecilia, esta carta se me hace difícil porque no nos conocemos aunque en este momento tenemos muchas cosas en común, dolor, alegría, tristeza, y toda una serie de pensamientos confusos..” 

Las manos de Chela, Daysi y Amelia (Luciana Cano)

Gustavo

Por esa época Gustavo tenía 13 años, un niño entrando a la adolescencia. Recuerda poco, como flashes. Más que el hecho, las consecuencias:

Vivíamos como una familia normal y a partir de ese momento todo eso desaparece porque de ahí en adelante la vida ha tenido que construirse cada uno tratando de… yo diría borrando eso para salir adelante, algo que ha pasado, ha dolido. Duele hasta el día de hoy .

Retoma su mirada de niño y sonriendo recuerda como sus hermanas mayores, Daysi y Maiky, escuchando un tocadiscos, le enseñaban a bailar canciones de ABBA y Bee Gees.

Al dolor por la pérdida de una hija, de una hermana, de una amiga, de una estudiante se le sumó la soledad, la falta de apoyo, el alejamiento social y los dolorosos y nefastos rótulos que le asignaban tanto a ella como a su familia. Como marca de eso, recuerda su madre:

Yo fui llorando a la iglesia, era de ir a misa, me atiende Monseñor Muñoz. “Tan injusto”, le digo. Porque ensucian a mi familia, nos margina la gente pensando que somos lo que ellos publican. La respuesta que me mató a mí fue; “y quien les ha dicho a ustedes que la hagan estudiar de noche a su hija”. 

Finalizando el año 1985, el caso llegó a juicio. El chofer del colectivo, Justo Florentino Ávila,conocido como “Añapa” fue condenado como autor responsable por el delito de homicidio preterintencional.Por la autopsia se pudo conocer que la fecha de muerte fue el 10 de junio de 1983, la historia no cerraba a pesar de las pericias, y los testimonios. Toda la investigación se dirigió hacia la víctima, sembrando dudas sobre ella y su entorno.

Maru

María Eugenia fue la mimada de Maiky, a donde iba la llevaba, era muy chiquita pero las fotos juntas ayudaron a reconstruir un recuerdo más sólido y amoroso. Maiky era la que le festejaba los cumpleañitos, amaba las juntadas familiares, la navidad. Por la diferencia de edad se rumoreaba que Maiky no era la hermana sino la madre. 

Amelia 

En 1986, tres años después de la muerte de Maiky, nace Amelia, la menor. A pesar de llevar el mismo nombre, Amelia creció con fotos, algunos pasajes de la historia familiar y sin la película completa. Durante muchos años intentó reconstruir quien había sido su hermana. Nombrarla. 

Amelia, la menor de les hermanes (Luciana Cano)

Tanto era el dolor que se respiraba en la casa que no se la podía nombrar, solo sabía que había tenido una hermana y que la habían matado. Entrando a los veinte años, y movilizada por un sentido de justicia social, Amelia decide estudiar abogacía, al igual que su hermana. Atravesada por el feminismo y por su mirada garantista del derecho, comienza su búsqueda y, como las piezas de mosaico con las cuales crea en su jardín macetas y mesas, intenta a pesar del dolor rearmar la historia familiar, unir piezas socavadas por la tristeza.

El caso de Maiky, marcó en generaciones de mujeres el miedo de andar tarde o quedar última en el colectivo. Avisame cuando llegues nos decimos al despedirnos, rogando tener la tranquilidad de escuchar un llegué bien. Su nombre con el tiempo se diluyó y su rostro perdido en el imaginario social es resguardado solo en fotos familiares.  

A lo largo de estos años aún flotan en los recuerdos rostros extraños, fotos y papeles revueltos, sensación de vigilancia, y el silencio propio de los años que se vivían, con un aparato represor aún vigente. Cuarenta años después, su familia retoma el eco de su voz y puede nombrarla.

En memoria de Amelia Elizabeth Del Valle Morales.

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