#Entrevistas#Notas

“Los embarazos adolescentes no son una ideología”

8 Minutos de lectura

Por Nicolás Adet Larcher

El Congreso de la Nación sancionó la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en el año 2006 por unanimidad. La ley solo tuvo un voto en contra entre las 169 bancas de la Cámara de Diputados y uno en contra entre 54 senadores presentes al momento de la sanción. Ahí se estableció que todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir una educación sexual integral tanto en los establecimientos educativos de gestión estatal como en los de administración privada, sin importar la orientación religiosa.

Tuvimos que esperar hasta el 2008 para que el Ministerio de Educación de la Nación creara el Programa Nacional de Educación Sexual Integral con el objetivo de garantizar el material pedagógico para todos los niveles educativos y el dictado de capacitaciones. Para 2017, Santiago del Estero era una de las provincias sin capacitaciones masivas para docentes, según datos del Ministerio de Educación de la Nación. Según una encuesta nacional de la Fundación Huésped, en 2021 el 80% de los y las estudiantes consideraban que la ESI no se aplicaba de manera adecuada en sus escuelas.

Viki Palazzi trabaja en el tema desde hace tiempo en Santiago. Ella es Licenciada en Comunicación Social y Doctora en Humanidades especializada en géneros, educación sexual integral (ESI) y adolescencias. Es la creadora de la obra ESOESESI (@esoesesiok), Teatro Foro para abordar la Educación Sexual Integral en el aula y forma parte del equipo del Programa de Géneros y Violencias de la UNSE. Viki recibió a Subida de Línea en su oficina para conversar sobre los avances de la ley, el por qué de su importancia para formar pensamiento crítico entre las nuevas generaciones y aquellas voces que la cuestionan permanentemente.

Estamos en campaña electoral y el contexto económico es crítico. La mayor parte de las propuestas que anuncian los y las candidatas va por ese lugar. Sin embargo, llama la atención cómo dentro de esa agenda económica se ha colado una crítica constante a la Educación Sexual Integral (ESI). ¿Por qué crees que pasa?

Creo que tiene que ver con los poderes. No podemos leer al feminismo desvinculado del capitalismo. Sabemos que la familia tipo, capaz de reproducir mano de obra, es directamente proporcional a la demanda del capital. Entonces tiene que ver con esta idea el cuestionamiento a otras formas de familia o de maternidad. Este capitalismo ha hecho que el mundo privado quede desvinculado del mundo público, se ha encerrado a las mujeres en lo privado, se les ha encomendado la tarea de ser las formadoras de los hijos y de las hijas, de ser una guardiana que debe resguardar a todos de los problemas del mundo público y educar a sus hijas para que sean buenas madres y buenas esposas, capaces de cuidar y de atender a esos varones que el día de mañana salen a trabajar. Son lógicas de tantos años que hoy están muy arraigadas en el patriarcado y el capitalismo. Todo tiene que ver con la pérdida de los privilegios. Porque la ESI propone mirar las desigualdades, propone mirar las estructuras familiares, revisar las comprensiones alrededor de la sexualidad y eso no es fácil. Entender que quizás como madre o como padre he sido reproductor de estos mismos sistemas de desigualdad. O la manera en la que eduqué en forma diferencial, con herramientas distintas a mis hijos. Tiene que ver con la mirada sobre la sexualidad femenina vinculada directamente a la reproducción, totalmente desligada de lo que es el placer. Todavía pensamos que una mujer que vive su sexualidad es una cualquiera, es una puta. La masturbación femenina es un tema que ni se debate todavía, menos en las escuelas. La ESI mueve estructuras que son ancestrales, pone en jaque aprendizajes, señalamientos morales. 

La ESI es indisciplinada, invita a las personas a formar una opinión crítica y reflexiva. Es aplicable a todo. Invita a cuestionar los mandatos, aquellos que la misma educación anterior se ha encargado de naturalizar. Todo se explica desde lo natural, fijate cómo la historia se ha ocupado de argumentar cuestiones vinculadas a la desigualdad desde lo biológico. La biología es innegable, es un dato duro. Victoria Villarruel (candidata a vicepresidenta por La Libertad Avanza) decía “los alumnos sólo necesitan aprender del cuerpo, lo demás es adoctrinamiento”. ¿A qué llaman adoctrinamiento? 

La línea biológica no es innecesaria, porque la ESI también tiene que ver con la biología, la genitalidad, el cuidado de la salud sexual. Pero no es suficiente para dar una respuesta a las problemáticas y las demandas actuales. Sobre todo en las adolescencias. Retomar este punto de partida es retroceder años luz, yo no sé si vos te acuerdas cuando en su momento la Organización Mundial de la Salud (OMS) por fin pudo decir que la salud no era simplemente la ausencia de una enfermedad. La OMS en 1948 decía que la salud no solo puede ser mirada desde ahí, sino que necesita un abordaje interdisciplinario que revise el contexto, la salud emocional, los recursos socioeconómicos. Fijate hace cuantos años atrás que viene este debate.

A este paradigma disruptivo luego se le empiezan a cuestionar otras cosas que van enriqueciendo esta postura. Nada de lo que hace a la salud puede ser mirado únicamente desde el plano de lo biológico. Entonces, seguir sosteniendo que cualquier mirada que excede a lo biológico es adoctrinamiento, es una postura prehistórica que no tiene fundamentos. Pensemos, qué es para esta línea política adoctrinar: básicamente la implementación de la perspectiva de género que la ley propone como eje transversal. Y no hay ninguna ingenuidad cuando sostienen que eso es ideología de género. Lo ideológico trasciende en el plano de las ideas, las reflexiones y las metáforas. Todo esto que decimos está a nuestro alcance en cifras estadísticas. Los embarazos adolescentes no son una ideología, son una realidad. Que de ese porcentaje haya un gran número que se da en las adolescencias tempranas (menores de 15 años), es peor. Que de ese número de embarazos el 80% sea producto de abusos sexuales en los hogares, ya no puede dar lugar a que sigamos diciendo que esto es algo del plano de las ideas.

Esto de los abusos intrafamiliares es interesante para remarcar, porque la respuesta a la educación en la escuela suele ser: yo puedo enseñarle a mi hijo en mi casa.

Esta postura confunde lo ideal con lo real. Aún en aquellos casos en que existe la familia ideal, también hace agua en algunos aspectos. En primer lugar porque la familia tipo no representa para nada a la diversidad de estructuras familiares que tenemos en nuestro país. Familias ensambladas, que conviven unas con otras, familias con hijos numerosos, con contextos económicos desfavorables y mucha desigualdad para acceder a los derechos. Familias que tienen que salir a pelear para ver qué van a comer. A esas familias no les puedes demandar y exigir que su prioridad diaria sea la conversación con sus hijos y sus hijas respecto al cuidado de la salud sexual. Hay otras urgencias que tienen que resolver. Y aún así, si esas familias ideales de mamá, papá, hijo, hija y perro con casita de dos aguas quisieran y pudieran: ¿quién ha preparado a esas familias con las herramientas para dar un abordaje integral? Si esas mismas madres y padres nunca tuvieron una educación sexual que no fuera prohibitiva. Hemos crecido con el miedo de ejercer nuestra sexualidad. Atender el deseo era la seguridad de que algo terrible nos iba a pasar, ese era el discurso que se manejaba. En una mesa familiar donde era mejor no hablar de esos temas o donde se llevaba al varón a “debutar” con una trabajadora sexual y a la mujer se la privaba y se la preservaba en su virginidad. No nos enseñaban a explorar nuestro cuerpo, a entender qué nos gusta, qué sentimos. A poner límites en eso. 

«la familia tipo no representa para nada a la diversidad de estructuras familiares que tenemos en nuestro país.»

El consentimiento sexual era un futuro lejano. Fuimos muchas las personas que crecimos con una mirada silenciada de la sexualidad, ¿qué herramientas tenemos hoy para convertirnos en madres, padres, tutores de la sexualidad de nuestros propios hijos en esos temas? Esto no quiere decir que en un futuro la familia no sea la encargada de esta tarea, la ESI no propone desvincular a las familias. La ESI propone formar a las nuevas generaciones en estos conocimientos que la escuela sí puede ofrecer. Es el aprendizaje de un conocimiento científico al que los jóvenes tienen derecho de acceder. El aprendizaje de que los mandatos sociales pueden ser cuestionados, porque son un conjunto de subjetividades de personas que pensaban así. Las personas pueden permitirse cuestionar mandatos y transformarlos. Es decir, si esa ESI no sucede en el presente, difícilmente estas personas de ahora puedan constituirse en familias con herramientas para la ESI. 

La escuela siempre va a ser necesaria porque es la que se encarga del conocimiento aggiornado. Es la que se encarga de problemáticas que se renuevan día a día. Todos los días se proponen nuevos desafíos, nuevas categorías. Esa es la tarea del Estado a través de las escuelas. Entonces esta dialéctica entre el aprendizaje, la familia y la escuela no puede desaparecer. 

¿Crees que hay conocimiento sobre cómo se aplica la ESI en las escuelas?

La ley todavía no se aplica en su totalidad. La ESI todavía tiene mucho camino por recorrer. Es un momento donde deberíamos estar celebrando los 17 años de la ESI y apropiándonos de todos los beneficios que la educación sexual ofrece como una herramienta de transformación social para las juventudes. Es cierto que recién desde hace unos años atrás los Estados nacionales a través de políticas públicas han intervenido mediante el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA). Lo que este plan ENIA hace es poner un objetivo en común para formar a docentes en la ESI y habilitar en cada escuela asesores en salud integral para que los chicos y chicas tengan acceso directo para hacer consultas.

La ley es clara, no puede quedar todo en la voluntad de docentes o autoridades sensibilizadas con la temática, y eso es lo que sucede. ¿Y por qué digo que la ley es clara? Porque la ley propone un abordaje interdisciplinario desde todas las asignaturas. En lengua tengo la obligación de incluir ESI en mi planificación, desde matemática también, desde ciencias sociales, formación ética, filosofía. Eso no sucede por varias razones: primero, porque al ser responsabilidad de todos y todas, termina siendo responsabilidad de nadie. Cuando la responsabilidad está muy disgregada es muy probable que desaparezca o pase a un segundo plano. Lo siguiente a decir es que también hay miedo. Aun en los casos donde hay docentes e instituciones comprometidas, para los y las docentes enfrentarse a un espacio de ESI involucra ciertos miedos por un montón de razones. Hay un miedo a que la institución no acompañe, hay miedo a que el papá venga a golpearme la puerta y cuestionar por qué se le ha enseñado eso a sus hijes. Hay un miedo a enfrentar un espacio donde van a aparecer preguntas que yo no voy a saber cómo responder. Que alguien relate un abuso, eso genera pánico. 

«la ESI no propone desvincular a las familias. La ESI propone formar a las nuevas generaciones en estos conocimientos que la escuela sí puede ofrecer»

Si nos ponemos a analizar estos miedos, a veces infundados, nos encontramos con que no hay denuncias de padres. Si alguien viene a preguntar por qué, uno tiene que dar el por qué. Los docentes no necesitan la aprobación de los padres cuando ya existe una ley que insta a que la educación sexual suceda. Entonces, estos miedos infundados terminan en una inacción. En el “mejor no”, “para qué”, “que lo haga otro” y el tema de que la educación sexual es amplia y multidimensional. Hay que hacerlo aun a pesar del miedo pero sobre todo con responsabilidad. Siendo conscientes de que si uno no sabe una respuesta puede decir que no sabe y que lo puede consultar con un especialista para la próxima clase. Mientras más clases nos animemos a dar, más seguros vamos a estar en el lugar de educadores.

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