Por Rossinaki.
***
1
De niña jugaba con pajaritos muertos
y los guardaba en un cajón
de grande juego con vos
me gusta sacarte las plumas
y a tus ojos llevarlos conmigo siempre
mirarlos un rato antes de dormir
y soñar que mi sueño
es el de otro y que
veo pajaritos en el patio de mi casa
las manos frías de un hombre/sombra me sacuden
un montón de bichos aparecen
y algo finalmente se rompe.
No puedo moverme,
muchos hombre/sombra caminan en un ritmo apagado
todos convocados por un mismo dios
que juega con un joystick en mano.
Dos viejas demacradas dan pasos largos por la vereda del frente
abro un cajón que va al cementerio
te veo todo desplumado
con los cadáveres de los pajaritos de mi jardín.
El tiempo quiere decirme algo:
«donde todos los momentos se originan y agotan, ahí es donde he nacido y ahí es donde he de morir»
***
2
Me rechinan los dientes
muerdo una vez más
para comprobar que mi propia creación estaba hecha
para matarme.
Retrocedo en el tiempo en el que
cocinaba el suicidio de mi estómago
me da vueltas el pensar que
es metal, duro, tieso, la idea
que surge en ese mar oscuro y profundo que todos sabemos que está pero escondido
me atraviesan como la punta de una flecha
filosa, y se meten por medio de las paredes de mi dentadura,
siento que chocan, se mueven, y me tensan por completo
después bajan, y toman todo mi cuerpo
lo enroscan, desatan y estrujan cada parte
se deshace, de repente, el dolor
y la tensión se vuelve líquida
no perdura mucho tiempo.
Te despiertas, pero aún no sabes
si el sueño, estaba dentro de otro y confundes
la realidad
porque las flechas siguen todavía ahí
como padeciendo un trauma, eterno
e imborrable como la misma sensación
de morir.