#Crítica

Sapere Aude: rock explosivo con aroma a clásico

3 Minutos de lectura

Por Nicolás Adet Larcher.

“¿Vos sos Jorge Álvarez? Te felicito, hoy empezaste a terminar con la música comercial”. Así recordaba el productor su contacto con Luis Alberto Spinetta, el día que se conocieron. Spinetta se había acercado para saludarlo y acercarle esas palabras de aliento. Álvarez estaba presentando Mandioca, el primer sello de rock independiente del país que editó vinilos de bandas y artistas como Manal, Miguel Abuelo, Tanguito y Vox Dei a fines de la década del sesenta y principios de la década del setenta. Mandioca, decía Álvarez, había nacido por la negativa de los grandes sellos. La negativa de hacer lugar a nuevos artistas. Álvarez se había paseado por las discográficas con demos que habían sido rechazados. Buscaban cosas livianas, salidas de lugares como El Club del Clan y él les llevaba otra cosa. Rock en castellano… ¿Qué era eso? arte.

En la historia del rock argentino, muchas bandas fueron una referencia de la autogestión y el trabajo artesanal, bien de abajo, del bar a los estadios, de la tocada entre amigues a la radio. Quizás Los Redondos o El Mató a un Policía Motorizado sean el ejemplo más próximo en cuanto a la elección de ese camino en los años previos a Cromañón, en las puertas del Siglo XXI, cuando la escena del rock era otra. La música comercial no murió, como decía Spinetta, pero si se abrieron otras puertas. Ser independiente, ¿Es una condición o una elección? ¿Hasta donde se puede llegar? ser independiente era distribuir tu producto como una droga, como un dealer musical por las disqueras. Había que tener más recursos a disposición para crecer. Ese mundo cambió.

Se me viene a la cabeza todo esto mientras suena Normal, el último disco de Sapere Aude en mi cuenta de Spotify. Siento que el rock santiagueño bien independiente sigue avanzando cada año un poquito más lejos. Una odisea en una provincia que hace gala nacional de una guitarra y un bombo. Deslizo el dedo y bajo por las nueve canciones del álbum. Lo escucho, y escucho un disco trabajado de manera minuciosa, con guitarras que atraviesan las almohadillas de mis auriculares mientras camino. Siento el galope de un bajo que retumba en el fondo de mi cabeza; cruzo la avenida emulando una batería de aire delante mío y me pierde entre las góndolas de un supermercado en la tarde de un domingo. 

 

 

Un disco que fue cocinado a fuego lento tres años después de Doméstico, su primer disco. Aquí ya no tenemos un disco objeto; lo “real” pasa por otro lado. El trabajo a pulmón se siente muy cerca. Tenemos un disco alojado en plataformas como Bandcamp y Spotify, una sonoridad virtual que se desparrama por los auriculares hasta nuestros oídos. El sonido tiene tanto cuerpo y profundidad que se puede sentir, casi tocar. Pura materialidad. Sobrecarga nuestros teléfonos del mejor rock: el que nos revienta el cráneo contra el pavimento. 

El 27 de julio pasado, la banda cumplió siete años. No es poco. Las bandas de rock fueron ganando lugares, corriendo la frontera, ocupando escenarios. Este año por primera vez formaron parte de los festejos de la ciudad capital tocando sus temas en la feria artesanal en un encuentro. Una marca importante.

En este disco, Sapere Aude, nos acerca una intimidad compartida, nos alcanza una mano y cierra el puño. Se sienta en la misma mesa con nosotros, se pide una cerveza y nos cuenta de sus oscuridades que, también, son las nuestras. Se sube a la mesa y nos grita Solo quiero ser yo, volver a ser quien soy / y no este monstruo en que me convertí por vos como canta en Dr. J, una de las canciones más explosivas del disco. También carga, apunta y dispara cuando en Estepario dice: Y no volví a ese monte Sinaí / Que está a full de falsos comunistas, progres de camisa, fachos que se erizan con un cohete / Esta historia vuelve a ser / Tan podrida como ayer / Ellos saben quiénes son / Pero fingen no saber / Que yo lo sé y no olvido. Las canciones siguen. Revientan a quemarropa y el aroma a clásico se nos empieza a impregnar sobre el final. 

Cuando los tubos fluorescentes me marean y decido salir, el sol ya se pierde detrás de un edificio, mientras suena El Faro, el clásico instantáneo que nos deja Sapere en el final de este disco. La primera vez que la recibí por Whatsapp me llegó con una recomendación, “escuchala con los auriculares”. El Faro es una canción que transporta, que tiene la fuerza y la paz de los oleajes de ese mar que nombra, que nos revuelve las tripas y nos deja ahí, suspendidos en ese tiempo donde suenan las canciones que llevamos con nosotros desde siempre, las que amamos toda nuestra vida. 

 

Sapere Aude presentará su disco el próximo sábado 14 de septiembre a las 22 hs en el Teatro La Casa. Los acompañarán Brahmans y la rapera NataLy Monte. 

Entradas anticipadas a $150.-
disponibles en:-Camarón Brujo – Independencia 192
-Vostok (observatorio) – Independencia 1665
-Carpos Bar – Roca 443

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